Olvidando recordar

El siguiente es un escrito de hace unos meses, es una época en la que perdí un poco el sentido de quien era y mi norte se hallaba algo nublado. 

Para todo aquel que se pueda relacionar


 Silencio...

Una desordenada rutina ha impuesto una dictadura sobre mis días, ya hace mucho que dejé de cuestionarla.

Casi he olvidado el tacto del sol sobre mi piel. El viento, rencoroso; ya no responde a mis intentos de conversa.

De mis pulmones emigraron todas esas aves y mariposas que habían hecho de ellos su hogar, e incluso la tierra ya no reclama a mi cuerpo como suyo.

Me he vuelto un extranjero en mi hogar, una vez más suplico a la luna por un poco de sabiduría, una vez más las estrellas me observan con desdén.

Le he robado, le he robado a mi cuerpo, a mi mente. Seguí bebiendo de ese veneno, aun conociendo su amargo sabor. Patéticamente refugio mis pensamientos en vagas representaciones de lo que alguna vez fue mío.

Las ramas ya no buscan mi tacto al pasar junto a ellas, las nubes dejaron de intentar llamar mi atención. A los árboles ahora les soy lo mismo que quienes me rodean.

Mis dedos dejaron de recorrer las grietas de las paredes, mi boca le dejó de sonreír a los comentarios de la brisa. Ya no recorro las cuerdas de mi guitarra en busca de lo que habita fuera de mi ventana.

Pensaba bien, me alimentaba bien, era bien.

Ahora el cansancio existe por sobre todo, cedo ante eso que alguna vez creí relevante. Soy quien sé que odiaría.

Una tensión que no encuentra resolución, un bosque intercedido por la carretera. 

Un cuerpo deteriorado, un pecho contaminado, ojos que ya no exploran, pies que ya no caminan.


Un silencio absoluto y abrumador. 

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