Pintura sobre la madera

 Pintura sobre la madera


No es acaso su derecho transitar?

Dejar lo establecido para formar parte de lo siguiente?

Reconstituirse, replantearse, mutar.

Solo en el fenómeno del cambio reside toda nuestra historia.

Solo cambiando un árbol se vuelve abono para dar vida al siguiente, solo cambiando un lienzo en blanco se puede volver una obra de arte, solo cambiando una tensión en la música se resuelve, solo cambiando un punto en la nada se volvió el universo entero.

Y si permitimos a un elemento natural cambiar para volverse pintura blanca, por qué no deberíamos permitirlo dejar la pared y perderse en la brisa?

Pues es lo que desea, lo que deseamos todos; Cambios de estado, mutaciones, transiciones. 

Nos sabemos parte de este ciclo, siendo nuestro cuerpo producido por el alimento de quienes nos crearon, siendo nuestra esencia misma un medio de transmisión de energía. 

Al escuchar la música el hombre triste puede percibir ese desenfrenado recorrido de serotonina por su cuerpo, súbitamente descubriéndose enérgico, comprendiéndose feliz. Y del mismo modo mi cuerpo descompuesto descansará algún día bajo tierra fertilizando, alimentando el suelo que hoy me sostiene.

Pertenecemos, aportamos, fluimos y cambiamos, pero no es entonces la mayor de las inconsistencias esa noción de permanencia que tanto hemos inmiscuido en nuestro existir? Tomamos elementos, estancamos sus procesos, impidiendo su cambio, impidiendo su camino, su transición.

¿Existirá acaso el día en que podamos ver a la pintura dejar la pared? ¿A la madera pudrirse, ¿al edificio caer? Dejar a la corriente tomar su curso y permitir su movimiento, tomando su suave jalón como guía para reunirnos una vez más con ese circular sistema que alguna vez nos expulsó.

Si yo fuese pintura, se que me gustaría dejar la madera

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